El cielo en la fuente
La mañana eterna
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Santiago: LOM Ediciones, 2004.

 

 

 

IV


¡Mástiles cristales!
No míos.
De
ella.
Cipo de pétalos.
Nidos casi silvestres
y rumor de baldosas.
Por raíces de mármol, encarnizada savia.
Conmigo, estameña leal
de fijos
arroyos.
Asciendo.
Desencadenó
los hondos enjambres.
Desencadené los rojos enjambres,
los grandes enjambres, los duros
y

duros
enjambres.
Ella y ella ascienden
la niebla
de troncos
aurigas.
Pajuz. Poda frágil.
Ya fui
prevenida. ¡Esbeltos
asaltos de umbelas!
Me protegeré.
Bríos taciturnos
rodean
la
claro que sí
calma
de
claro que sí
una
cobertera
rota.
No muerdo
las anclas: mordí.
¿Raíces? Buril de zarcillos.
¡Verdores guijarros!
Se aleja de troncos deprisa.
Me alejo de troncos.
Por ramas de mármol, hasta embriagar follaje de mármol,
escapa.

El corazón de Jesusa, atrás,
mucho mas atrás.

David Rosenmann-Taub. El cielo en la fuente / La mañana eterna.
Santiago de Chile: LOM ediciones, 2004.