Cortejo y Epinicio.
Santiago: Cruz del Sur, 1949.

 

 

XI

DIÁLOGO SEPULCRAL

Y tú dijiste en medio de la sala:
“Le sacudí la vida y no moría;
le llamé tanta inerte materia y no moría.”

“Ven, ven –te digo desde el cristal de luto,
desde las ceras
que guarda el Mayordomo-.
Hace mucho tiempo que me come la tierra
y por eso comprendo tu negra empuñadura:
el cendal que sometes a oscuros palafrenes
trastocará en bramido macilento.
Que recordando, olvidas.

Tráelo a tu memoria, húndelo en tus mejillas,
ábrelo todo y sángralo,
que recordando, olvidas.
Oprímete de aquellas sus postreras insidias:
te hará alboreado el suelo su reconocimiento,
como cuando él gustara el trance de los hielos.
Remécelo, recuérdalo,
que recordando, olvidas.”

Tu mirada selló fúnebre palma
y por la sala derramó volatería
que anudó las cortinas y golpeó las ventanas.
Dentro de ti esta vez un hombre agonizaba.

David Rosenmann-Taub. Cortejo y epinicio.
Santiago de Chile: Cruz del Sur, 1949, p. 42.