Cortejo y Epinicio.
Santiago: Cruz del Sur, 1949.

 

 

XIV

INMORTALIS

 

Basta mirar las rosas de vuelta a los rosales,
basta lamer la brisa.
basta cantar la luz y herir nidos.
La luna muere hoy, pero nace mañana.
Y a noche de hoy es una antigua noche
que sola y aterida encuentra su regazo
en las mantas pasivas
del luto que hoy es dueño del sueño de los hombres.

Adiós para los rayos del sendero agostado,
que el tiempo que ha de hacerse ya lo hemos vivido.
Qué dulce es no sentirlo.
                                        Las hojas que están secas
están en primavera.
                                      Las blancas cabelleras
ondean en lo hondo del corazón terrestre.
Un niño es un anciano que mañana será
a escondidas de Dios, una criatura
de pan de sortilegio.

El lirio religioso lanza su sacudida:
se propaga en la sombra trémula y calcinada,
y completa el perfume de todo lirio muerto.

El mármol es el mar que siempre se prepara.
Los árboles: las nubes: Dios que va pasando.

Porque si nos morimos,
que nuestro Paraíso sea volvernos niños.

David Rosenmann-Taub. Cortejo y epinicio.
Santiago de Chile: Cruz del Sur, 1949, p. 47.