CONTÍNUO ÉXTASIS
XV
No es el cuerpo de Dios lo que medito,
ni su faz de misterio lo que muerdo:
es radiante venero lo que agito
y beso fuertemente y gano y pierdo.
Este fulgor azul se me resiste,
pero por mi espadaña se resbala;
cuando ya asido, entre mi fronda embiste:
a dentelladas se me vuelve ala.
Sigo y persigo la llama divina.
Me ahogo siempre en agua divina.
Ciego me ciego de cumbre divina… |