CONTÍNUO ÉXTASIS
XIX
Era yo Dios y caminaba sin saberlo.
Eras oh tú, mi huerto, Dios y yo te amaba.
Qué de palpar las cúpulas nombrándote,
hundiéndome en los palios del espacio,
rajándote y orando,
acudiendo hacia tus tempestades.
Mi signo era: ¿te escondes o me escondo?
En largos funerales oyendo tus sandalias,
lamiendo y sollozándote, pero con vastedad.
Qué de palpar las cúpulas nombrándote
Era yo Dios y caminaba sin saberlo.
Eras oh tú, mi huerto, Dios y yo te amaba. |