Cortejo y Epinicio.
Santiago: Cruz del Sur, 1949.

 

 

FORTALEZA

A mi hermana Eva.

LI
LA DESCONOCIDA

Te oprimo en tu ventura, en tu sal, en tu enigma,
Beata inolvidable, por tu pureza indómita.
Aunque vas entre gente vencida, tus rastrojos
Bendicen a tu espíritu, oh doncella, oh bendita.
(Espera de mí todo: las execrables mañas,
la hipócrita sonrisa, ingratitud, blasfemias,
cínicos aguijones, desidia, atroz desidia.)

Te comprendo, mujer de los blancos anillos.
Te ensalzo y reverencio, te idolatro, te muero.
Sigue como eres: redes enjugando las islas.
Pero adoro tus hoces, tu hopalanda, tu pecho.
Te nombro como un hijo a su padre perdido.
Mis greñas de pavura y mis dedos de ira
someten sus raudales, cuando tú me resiembras.
Raíz, recogimiento, te tengo y te me tienes:
valerosa hebra de astros agotando mis días.

David Rosenmann-Taub. Cortejo y epinicio.
Santiago de Chile: Cruz del Sur, 1949, p. 121.