Cortejo y Epinicio.
Santiago: Cruz del Sur, 1949.

 

 

FORTALEZA

A mi hermana Eva.

LIV

Echaurren calle dormida,
Echaurren, calle sonámbula:
que no enturbie tus veredas
el barro de mis pisadas.

Echaurren, donde nací,
no te conocen las ramas,
porque tus árboles tienen
color ladrillo hecho brasa:

el sol los ha calcinado
y a lo verde nunca alcanzan.
Echaurren –qué precipicio-,
Echaurren, calle escarlata:

con los ojos en las manos
mis manos te están en gajos,
dando hidromieles de esperma
y ácidos azucarados.

Y te digo como hijo:
“Padre, ¿por qué estás descalzo?”
Me contestas como padre:
“Hijo, es tarde, apura el paso.”

Y te sigo echando voces
y tu me sigues clamando,
y a lo verde nunca alcanza
el barro de mis pisadas,
y a lo verde nunca alcanza
el barro de mis pisadas.

David Rosenmann-Taub. Cortejo y epinicio.
Santiago de Chile: Cruz del Sur, 1949, p. 124.