LXXXII
Arrancaron los lirios del jardín.
Mi primonieto me propuso, prístino,
que nos amaramos una semana.
¿Del lunes al domingo?»
«No: del viernes al jueves.»
Sonrió aquella semana un año entero,
para él. Para mí, toda la vida.
Los patriotas de enfrente. Irremisible.
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